Para empezar, contame un poco sobre el nadaísmo, cómo te acercás a él, de qué se trataba, en qué contexto surge, quienes formaron parte de este movimiento, por qué fue tan escandaloso y revolucionario y por qué terminó (si es que terminó).

El nadaísmo explota en 1958, en Medellín, la ciudad más beata y trabajadora del país, cuando Gonzalo Arango en su manifiesto proclama que dios no ha existido nunca y que el trabajo es un atentado contra la dignidad de la poesía y contra la misma dignidad humana. Surge como un rechazo a una primera época de intransigencia partidista, conocida con el nombre de "La Violencia", que deja medio millón de muertos. Rechaza la literatura que se escribe en el país, inscrita en un realismo folclórico que parece desconocer el avasallante poder de lo urbano en el mundo. Propone un nuevo tipo de poesía donde el poeta se emparente con el criminal. El manifiesto declara que sus actos estarán encaminados hacia la revolución, a la que le colaborará en la parte negativa, en el nihilismo (de cuya obvia traducción nace la peregrina palabra), destruyendo con alegría lo que nos impide vivir con dignidad, pero sin compromisos hacia un mejor porvenir del hombre, al que se declara fatalmente irredimible. Insiste en propiciar un primer plano para las expresiones de la juventud -secularmente excluida de las decisiones de los mayores- siempre dentro de la vanguardia que está llegando.
Yo estoy por terminar mi bachillerato, que llevo perdido, y aprovecho para vincularme con quien considero mi salvador. Ya tengo el coco comido por Nietzsche, por Kafka, por Russell, por Strindberg y por Sartre, o sea que estoy listo para dar el salto al vacío. Me encomienda organizar el nadaísmo de Cali, con Elmo Valencia, Jaime Jaramillo Escobar, Alfredo Sánchez+, Diego León Giraldo+, Armando Romero, entre otros. En Medellín figuran entre los fundadores Alberto Escobar, Amílcar Osorio+, Humberto Navarro, Eduardo Escobar, Darío Lemos+, Jaime Espinel, Guillermo Trujillo+. Habría que tener en cuenta que muchos años después fue en las mismas ciudades donde se formaron los más detonantes grupos de narcotraficantes, el cartel de Medellín y el cartel de Cali. El nadaísmo fue tan revolucionario y escandaloso hasta para los mismos revolucionarios porque llegó en un momento de marasmo en el país a enfrentarse -a punta de solo terrorismo verbal- con el poder político, con el clero, con la academia, con los intelectuales pesados de la capital, haciendo gala de una cultura deslumbrante -recién adquirida en revistas y libros de contrabando- y de un comportamiento por lo menos desenfrenado cuando no abyecto frente al sexo y demás costumbres. Le dimos estatus cultural a la marihuana diez años antes que el hippismo. Se acabó el nadaísmo de los que se fueron muriendo, porque hubo un nadaísmo por cada nadaísta según sus particulares convicciones o desilusiones, pero quedamos por lo menos diez integrantes dando la batalla por la salvación o la destrucción de lo que queda.

Cronológicamente el nadaísmo es bastante simultáneo con los beatniks estadounidenses y, aparentemente, estética e ideológicamente también. ¿Es esto cierto o es sólo una coincidencia? ¿En cuánto coinciden y en cuánto difieren ambos movimientos?

Con los beatniks coincidimos en todo y nos diferenciamos en todo. Howl de Ginsberg y En el camino de Kerouac nos llegaron cuando ya andábamos en pleno vagabundaje dármico. Sin embargo uno de nuestros primeros documentos internacionales importantes fue la carta a Neal Cassady, preso en San Quintín, California, por el delito de fumar marihuana. Era en realidad una apelación a Eisenhower para que se liberara al poeta en aras de su búsqueda de la felicidad. En 1965 coincidieron en La Habana Allen Ginsberg con Elmo Valencia, nuestro Monje Loco, quien había vivido en Nueva York el furor beatnik. Como al santón lo expulsaron por mala influencia para con la juventud nuestro monje lo volvió a encontrar en Praga mientras los jóvenes lo coronaban Rey de Mayo y dieron un recital juntos. La revista El corno emplumado de México, dirigida por Sergio Mondragón y Margaret Randall, publicaba nuestros escritos y nos tendía un puente para la comunicación, lo mismo hacía Ernesto Cardenal, el poeta sacerdote revolucionario. Raquel Jodorowski, la poeta peruana que un día fue mi amor, recibió a Burroughs cuando pasó de Colombia a Lima luego de consumir el yagé en nuestras tribus del Putumayo. Ginsberg vendió los archivos de su movimiento por un millón de dólares. Nosotros estamos esperando cuánto va a darnos la Biblioteca Piloto de Medellín por los nuestros.

¿Qué dejó el nadaísmo en la poesía (colombiana, latinoamericana, mundial)?

Jaime Jaramillo Escobar (tres veces premio nacional de poesía) escribió el libro más importante de la poesía colombiana en toda su historia Los poemas de la Ofensa, posteriormente Sombrero de ahogado y Poemas de tierra caliente, y ahora en España, Pretextos-Cruz del Sur acaba de publicar sus Poemas Principales. Jotamario Arbeláez (tres veces premio nacional de poesía) lanzará en primavera en París, la edición bilingüe de su libro El cuerpo de ella. Eduardo Escobar ha publicado diez tomos de poesía aunque también cultiva el cuento, la novela y el ensayo. Igual pasa con Armando Romero, profesor de literatura en Cincinnati. Los tomos de los desaparecidos Amílcar Osorio (Vana Stanza) y de Darío Lemos (Sinfonías para máquina de escribir) son leyendas.

¿Hay "herederos" del nadaísmo entre las nuevas generaciones?

Siempre aparecen muchachos que nos buscan y que nos siguen, les damos las pautas y se encierran a trabajar como pueden. Ya no usamos el escándalo para promovernos y ellos difícilmente lo podrían hacer. Los tiempos son otros. Ahora no escandalizan ni los multimillonarios peculados ni las diarias masacres.

¿Seguís en contacto con los otros nadaístas?

Acabamos de fundar la Casa del Nadaísmo Gonzalo Arango, con base en una ley de honores que estableció en Congreso de Colombia al fundador del movimiento. No implica ello que nos hayamos institucionalizado sino que el estado se va volviendo nadaísta a medida que se siente contra las cuerdas. Los nadaístas sobrevivientes, enclavados en Bogotá, Cali y Medellín, mantenemos un contacto permanente y honramos la memoria de nuestro profeta con una pasión casi islámica.

¿Cómo es el Jotamario post-nadaísta? ¿Se diferencia en algo tu poesía nadaísta de la que escribiste posteriormente?

No tengo otra poesía que la que escribí anteriormente, y la que escribo ahora está tan influida por aquella que parece la misma. Si sigo haciendo el amor como hace cuarenta años, ¿por qué voy a cambiar mi escritura?

Buscando información sobre vos en Internet encontré un texto que muy al pasar y de una manera bastante confusa decía que habías sido ministro de cultura en Colombia, dato que no aparece en ninguna otra reseña biográfica tuya. ¿Es cierto esto? Y si lo es, ¿cuándo, cómo, por qué?

Le regalé uno de mis libros de poesía al Gobernador de Cundinamarca, David Aljure, en una fiesta, y al otro día me llamó para que fuera el Secretario de Cultura de su administración. Y el gobernador siguiente me pidió que siguiera. Como he sido devoto del poeta Cardenal, que fue ministro de cultura de la revolución sandinista, quise emular su ejemplo y me postulé para ministro. Todavía estoy esperando.

Lo que aparece en varias reseñas es que te has dedicado a la publicidad y que participaste en el diseño de varias campañas políticas. ¿Sólo te especializaste en este área o también has hecho publicidad "comercial"?

Como por ingresar al nadaísmo nunca seguí una carrera distinta de la muy lenta de la poesía, no pude ganarme la vida sino con el ingenio y la facultad de enredar las palabras. Al ganar mi primer premio poético los empresarios de la publicidad me tentaron con el oro para hacer su eslóganes. Acepté y en vista de mis éxitos me propusieron adelantar la pubicidad política. El actual presidente de Colombia es hechura de mis campañas, a partir de que lo puse como Alcalde de Bogotá con el lema Diciendo y haciendo, cuando trabajaba en la inolvidable agencia Sancho. No he colaborado con él en el gobierno, pues ni él me ha necesitado ni yo a él. Gracias a la publicidad gané el dinero que no pudo Bukowski en el hipódromo y tan solo Neruda con los poemas.

Me comentás que estás por sacar tus antimemorias nadaístas. ¿Podés contar cómo nace este libro?

Acabo de cumplir 60 años, terminé mi labor en la gobernación y me había prometido no volver a trabajar para otros en este siglo. Con el dinero de la pensión en el bolsillo me he encerrado con Proust en mi biblioteca de la que no salgo sino para beber, comer, snifar y tirar. Cuando me disponía a comenzar mi novela La casa de las agujas, que lleva esperando 30 años, me llaman del grupo editorial Santillana para contratarme un libro. Les dije que fantástico, que ya estaba empezando. Pero el editor que es un poeta me dijo que no, que no quería ficción, que era para Aguilar y que en vista de que henos sido testigos y protagonistas de lo que ha pasado en Colombia en estos 40 años, sería mejor un testimonio, unas memorias, un diario íntimo, unas confesiones, en fin. Así se gestaron las Antimemorias de un nadaísta, Nada es para siempre.

Mencionás que la aparición de estas memorias coinciden con las de García Márquez y agregás "¡Qué susto!" ¿Querés opinar sobre el colombiano más famoso o te pongo en un compromiso?

Coinciden con las de García Márquez, que indudablemente tiene mucho más que decir que yo, como lo tienen Carlos Castaño, el jefe de los paramilitares, que acaba de publicar sus Confesiones, y los expresidentes Alfonso López y Turbay Ayala. Es muy poco interesante lo que tiene que confesar quien no tiene ni un muerto encima. Ni un nobel qué lamentar. Cuando conocí a García Márquez, fungiendo de anfitrión en casa de una novia preciosa que después fue directora de Colcultura, y lo acampañó a Estocolmo a recibir la presea de Gustavo Adolfo, el recién premiado era yo. Él se burlaba de mi estampa sonriente diciendo: ¡Éste tiene cara de poeta premiado! A los tres días tuvo que escaparse a México porque lo iba a capar el ejército por presuntas relaciones con el M-19 -que no conmigo- y allá lo sorprendió el máximo premio, para vergüenza del gobierno. Es el escritor del siglo, aunque me está comenzando a gustar más Álvaro Mutis, con quien los escritores colombianos están furiosos por haber merecido el premio Cervantes. ¡Quién nos entiende!

La manera en que te "descubrí" fue a través de una nota publicada en 1980 en la revista Pan Caliente (de Argentina) que hablaba sobre María de las Estrellas y me llamó mucho la atención toda su historia (aparte de su poesía): una nenita que escribía tan prolíficamente poemas "adultos" y que, ni bien entrada en la adolescencia, moría. Sé que estabas muy cercano a ella, ¿querrías contar algo sobre María de las Estrellas?

María de las Estrellas es uno de los santos mitos de la poesía y de mi vida. Cuando la conocí no había cumplido tres años y era hija de la Maga Atlanta, con quien entablaba una relación amorosa que se prolongó por muchos años. Era la época del hippismo en pleno. La Maga atendía a su clientela del tarot en el Uranium Templum situado en una comuna comercial en el centro de la ciudad, al pie del hotel Hilton, sitio de confluencia de la generación acuariana y las gentes que querían comprar artesanías, ropas, inciensos y droga además de escuchar conciertos. Yo entretanto le leía a la hermosa niña a los poetas surrealistas, a Rimbaud, a Kafka, a Borges, le presentaba a mis amigos los nadaístas, a mis amigos los espiritistas, a mis amigos los yogas, y le tomaba al dictado sus párrafos delirantes en medio del estruendos de los grupos de rock. Así hicimos en cuatro años -mientras los iba publicando en la prensa y las revistas- el libro El mago en la mesa, y luego, cuando tenía siete, la novela La casa del ladrón desnudo, que ganó el premio de literatura en el Congreso Mundial de Brujería, entre escritores adultos. Germán Arciniegas, rector de la Universidad de los Andes, le dio beca para estudiar filosofía a los 12. A los 13 su padre verdadero, que había descubierto su genio, la había invitado a París y a Nueva York donde viajó sola, le había presentado a Dalí y había hecho que Fernando Botero la retratara para la portada de su libro, la envió a hacerle una diligencia -mientras su madre estaba en España- y se estrelló en un automóvil al amanecer en la misma carretera donde 5 años había muerto Gonzalo Arango. Fue el amor y la luz de mi vida y desde su muerte navego por instrumentos.

Hablemos de gustos:¿Qué estilos e intérpretes musicales son tus favoritos ? ¿Y cuáles los aborrecidos?

Bach, Thelonius Monk, los Beatles, los Rolling Stones, Pink Floyd, los Muertos Agradecidos, Bob Dylan, Leonard Cohen. Son el mejor acompañamiento para un buen porro. Que como música (el porro) es la que más detesto.

¿Cuáles libros y autores son tus favoritos y cuáles no?

Sade, Kafka, Genet, Miller, Nabokov, Durrell, Kundera, los dos Lawrences, Becket, Bernhart, Ciorán, todos los que de alguna forma me pervirtieron y a través de esa perversión me permitieron atisbar un escape.

Y, por supuesto, lo mismo pero con cine.

Todos los directores de la nueva ola, de Godard a Resnais a Truffaut. Kurosawa. Orson Wells.

¿Mascotas? ¿Hobbies? ¿Vicios?

Los vicios de ayer son las virtudes de hoy. Hoy la marihuana es una planta sagrada y la bigamia está permitida.

¿Cuándo comenzaste a escribir?

Me acostumbré en la infancia a leerle a mi abuela antes de dormir y ella me pagaba por páginas. Cuando se me acabaron los libros me inventé de emergencia unas aventuras que le leía. Allí se iniciaron mis primeras letras.